jueves, 31 de enero de 2013

El Regreso

Después de 22 días de estar viajando por el sur, emprendemos el regreso. El paisaje se va metarmofeando, dejamos atrás las montañas y los bosques; las mesetas patagónicas, los lagos y nos despedimos de los guanacos que nos acompañaron en las rutas solitarias. Junto con el camino que se hace cada vez más llano, comienza la lenta adaptación de la vista y los sentidos. Volvemos a un paisaje conocido y a las rutinas urbanas, pero nos llevamos toda la energía recargada en cada uno de los hermosos lugares visitados. Creo firmemente, como dice la canción de Lito Nebia, que viajando se fortalece el corazón. Regreso, pero llevo conmigo el sin fin de sensaciones acumuladas en los más de 8.000 km recorridos.

martes, 29 de enero de 2013

Por el Nahuel Huapi, en velero

Cuando Esteban nos llamó para invitarnos a navegar en su velero no dudamos en aceptar. El paseo en velero por el Nahuel Haupi fue un lindísimo cierre a nuestra estadía corta en Bariloche. En una tarde hermosa de sol patagónico fuimos hasta el Club Náutico donde nos esperaba Esteban y su hermoso velero. También fue parte de la tripulación un amigo de Esteban, Alejo, un chico macanudo con la que compartimos la travesía. Mientras navegábamos, Esteban explicaba cómo dirigir el timón y manejar las velas. Los hombres se turnaron en el timón, yo solo disfruté de estar en el inmenso Nahuel Huapi y ver las islas de más cerca y la ciudad de más lejos. Como en las películas, tomamos cerveza fría mientras navegamos y nos reíamos, admirando los reflejos del agua. Con el sol ya bajando llegamos nuevamente al Club Náutico. El encuentro con Esteban cerró con asado en su casa y volvimos a ver después de años a sus hijos, enormes y a los de Marcela y Marina. Un fin de viaje con reencuentros y añoranzas.

sábado, 26 de enero de 2013

Bariloche, más cerca de casa

Desde El Chaltén viajamos por la ruta 288 hasta Caleta Oivia, aventurándonos por 150 km de ripio, con muy pocos coches y muchos guanacos. Cansados llegamos nuevamente a Caleta donde dormimos en el mismo hotel que a la ida. A la mañana salimos hacia Esquel por la ruta 40. Nunca habíamos hecho en coche este trayecto y nos sorprendió lo poblado que está todo desde Esquel hacia Bariloche. Pasamos por Epuyén, El Hoyo, pueblos de montañas verdes y lagos, todavía en Chubut y llegamos hasta El Bolsón, ya en Río Negro. El tránsito se hizo cada vez más intenso y notamos la cantidad de turismo que hay esta temporada en el sur. Por fin, a la tardecita llegamos a la casa de Lalo en el lago Gutiérrez.

Como siempre, desde los ventanales admiramos la hermosa vista, la serenidad del lago y el atardecer rojizo en las montañas. Al día siguiente bajamos por la barranca hasta el lago. La expedicón fue difícil porque la vegetación está muy tupida y los escalones de tierra casi borrados. Con resbalada y todo llegamos a la playita, que ahora es muy pequeña porque el lago está con mucha agua. Descansamos recorriendo el jardín, acompañados de los perros de la casa, que son como cuatro!.En nuestra última etapa del viaje, estar acá descansando y admirando el paisaje es casi como estar en un SPA.


miércoles, 23 de enero de 2013

Última caminata en El Chaltén

Aunque hoy me dolían las piernas, no quisimos desaprovechar nuestro último día en El Chaltén. Desde el pueblo, cerca de la hostería donde paramos, sale el sendero que lleva al cerro Torres. Son entre 6 y 8 horas de caminata, ida y vuelta, pero según nos dijeron con muchas menos subidas que la Laguna de los Tres. Mientras caminamos nuevamente por senderos de bosques y atravesamos ríos torrentosos, siento que nos fuimos acostumbrando a que este sea el paisaje “natural”. No sé que voy a hacer cuando regrese a la llanura y a la ciudad. Me despido de El Chaltén, con sentimientos de plenitud y alegría; también con muchas ganas de volver.

martes, 22 de enero de 2013

Cumpleaños especial

Para este día planificamos hacer los senderos del Fitz Roy. Fuimos con el coche hasta la hostería El Pilar, desde donde sale el largo sendero que lleva hasta la Laguna de los Tres. Nuevamente atravesamos hermosos bosques de lengas, bordeamos el río Blanco y nos paramos a admirar el glaciar Piedra Blanca. Después de 3 horas de caminata, comienza una subida que más que subida es una “escalada”. Cuando vi el sendero que subía y subía, pensé que no iba a poder llegar. Además está catalogado como camino de nivel difícil, se sugiere para caminantes expertos y con buen estado físico. Empezamos a subir lentamente, nos poníamos metas cortas y descansábamos y finalmente después de 2 horas interminables de subida entre piedras, llegamos. La vista merecía el esfuerzo: una hermosa laguna azul se forma con el agua de deshielo de los tres glaciares que la rodean. Detrás, se alza el Fitz Roy, que desde ahí se ve todavía más imponente. Creo que mi cumpleaños motivó la subida, con un año más no podía no llegar a la cima! Y arriba, como regalo de la naturaleza, entre las gotas de fría lluvia se dibujó un arco íris que atravesaba las montañas. Qué más puedo pedir en este día!!

lunes, 21 de enero de 2013

Nuestro lago del Desierto

Hoy recorrimos 37 km de un camino de ripio, que hay que hacer muy despacio para llegar al Lago del Desierto. El camino es hermosísimo, el río de las Vueltas nos acompaña todo el viaje, a veces corre despacio entre quebradas y de golpe se convierte en cascada. Tardamos bastante por el estado del ripio y al final llegamos al lago que se extiende entre bosques que llegan casi hasta sus orillas. Almorzamos en una playita del lago y después de descansar un poco emprendimos el sendero hasta el glaciar Huemul. El camino es tan mágico que es difícil de describir, se va subiendo lentamente por senderos que atraviesan un bosque de lengas centenario, bordeando un río que va cayendo hasta el lago. Cuando llegamos hasta el glaciar, me quedé sin palabras. En este viaje vi paisajes hermosos, pero la imagen del glaciar y los torrentes de agua que forman una laguna entre altas paredes de montañas, me impresionó profundamente. A la vuelta, paramos delante de un cartel de referencia histórica y ahí pude reconstruir un poco la historia de esta zona. En el 65, se produjo un enfrentamiento entre gendarmes argentinos y carabineros chilenos porque éstos habían entrado en nuestro territorio, reclamando no solo el lago sino todas las tierras alrededor. Gendarmería recupera el lago y después viene el largo litigio con Chile. Por eso en el 85 se crea el pueblo El Chaltén, en tierras que son del Parque Nacional Los Glaciares, como una forma de habitar la región. El camino de ripio que hoy permite llegar hasta el lago lo hizo Kirchner en el 95 cuando era Gobernador. Muchas veces “los progres” de Buenos Aires no damos importancia a estas disputas territoriales, tan distantes de nuestra realidad y tan “nacionalistas”. Sin embargo cuando se está aquí la soberanía adquiere nuevos sentidos: es la belleza del paisaje, los recursos,la historia y las personas que la habitan.

En el Chaltén, capital del trekking

El viaje desde Calafate a El Chaltén fue corto, la ruta está asfaltada y el paisaje se desliza entre altas mesetas. Con nosotros vinieron Cecilia, la hija de Raquel y Bernabé y Simón, su novio que están en El Calafate y aprovecharon el viaje, para pasar unos días de camping. Nos alojamos en la hostería Nothafogus, que es muy linda y acogedora. Después de comer algo y con un día con mucho sol salimos a hacer la primera caminata. Subimos los senderos hasta el mirador de los cóndores y de las águilas. Bajo un sol patagónico, bien fuerte llegamos arriba, desde donde en silencio, enmudecidos por el paisaje se ve de una lado la inmensidad de las mesetas y el lago Viedma y atrás del pueblo, el imponente cerro Fitz Roy.